Monday, June 28, 2010

A aquel desgraciado


Aquel de entonces me mira desde la foto
que viene en el CD nuevo que me compré
con esa cara de hijo de puta.

Y qué se le va a hacer,
si eso es lo que es,
no tiene arreglo.

No le digas ni le menciones mi nombre
porque te va a putear.
La  bruja me puso el tipo
cuando le arruiné sus planes allá en Suecia.

Era bandoneonista en un cuarteto
bastante bien sonaba, yo diría.                                              
Los seguíamos
sus grouppies subdesarrolladas
hasta un bar de Barracas
donde chupábamos hasta el amanecer                                                          
sorprendiendo al sol comiendo pizza en algún parque.

Y qué se le va a hacer,
a un desgraciado como vos
alguna vez también le toca.
                      
Terminamos odiándonos,
despreciándonos, maldiciéndonos a la distancia.
Yo en Paris, él en Estocolmo,
anclado ahora por culpa mía, o suya,
por haber sido un pelotudo y confiado en una mujer.

Los odios y los amores comparten un costado
como gemelos atados por la espalda.
No se miran a la cara
pero se tiran dardos envenenados
que pegan en el culo del que pasa.

Y qué se le va a hacer
el odio y el amor
se disimulan.

Así que si lo ves, contáme cómo anda,
pero no me digas la verdad, si le va bien,
mentime y decime que es un desgraciado,
que no tiene amigos y que ya no toca,
que está perdido en algún cuartucho
tomando güisqui y aspirando cocaína hasta reventar.

Y si te animás,
decile de mí,
pero te advierto,
te va a putear.



Cuca Esteves
Pinamar, 2007

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