Tuesday, April 20, 2010

La Sacerdotisa del Altar Karaoke

El sábado pasado fui a un Karaoke. No es que vaya muy seguido a Karaoke, casi no voy nunca porque soy pésima para esas cosas, pero era el cumpleaños de un amigo y lo festejaba ahí, en un Karaoke bar. Fue así como me encontré con la travestí más sexy del universo. Ella oficiaba de Suma Sacerdotisa ante el altar del Karaoke donde los egos se inmolan a los Dioses del Público durante la ceremonia de la destrucción y elevación de vanidades. Ella, la única, la Conejita de Playboy, Drag Queen, Sacerdotisa del Altar Karaoke.

Fue en un bar en Glendale, Damons Steak House, bar y grill. Uno entra y parece un Appelbee's, con esas lamparitas de colores y booths y las mesas para las familias. Pero después de atravesar el enorme salón principal hay otro salón y un bar, y al final del bar, casi en el pasillo que va a los baños, hay un par de mesas que han sido extirpadas de sillas y sobre una de las mesas se ha instalado el equipo de Karaoke que preside la sensacional Suma Sacerdotisa-DragQueen-Conejita de Playboy.

Desde la punta opuesta del bar, bajo los focos brillantes que separan el "escenario" del "público", puede uno divisarla al fondo, contra la pared, aunque yo, tan bajita, al principio sólo pude ver su peluca rubia bamboleándose con la música sobre las cabezas de la multitud pasmada. Ella, altísima, unas piernas largas como columnas, unas pantaletas rosaditas con el pomponcito de conejo detrás, un top blanco apretadito envolviendo las tetas y unas orejitas de conejo rosadas que casi como sujetan a esa peluca rubia despampanante, toda una escultura escapada de los templos de las diosas greco-romanas, tiene una boca que vale por dos y una nariz que vale por tres. Cuando canta puede verse que esa boca, si lo da todo, podría tirar las paredes con su fuerza. La fuerza de un tornado. Y cuando se para y toca la guitarra, hay dios mío, toca la guitarra con esas manos tan cerquita de su bulto, ese bulto que no se nota porque está completamente aplastado para que realmente parezca una conejita de Playboy que se escapó del manicomio... aunque no, no puede ser. No puede ser para nada. De conejita sólo tiene el pompón porque es más alta que todos nosotros juntos. Encima, tiene zapatos de tacos como de 10 centímetros, zapatos de plástico transparente, unos regios pumps.

Y esta madame, esta Drag Queen que toca la guitarra eléctrica como si realmente tuviera una pija, introduce a los pobres cantantes, nosotros, estos seres demasiado asustados como para hacer lo que ella hace, como para mostrarnos así tan vulnerables. Nosotros no somos capaces de subirnos a unos zapatos como esos, de pararnos con toda nuestra majestad en frente del público y darnos con todo nuestro largor. No somos capaces de eso, tampoco queremos, pero la admiramos a ella que se expone así y que, mierda, lo hace tan bien. No tiene miedo de decir, "Esta soy yo." Es una real badass.

Pero por eso, porque no podemos, porque preferimos nuestros trabajos inconsecuentes y nuestra normalidad, necesitamos ofrecernos de vez en cuando a los dioses, sus dioses, vamos a ellos en busca de alimento para nuestros egos, unos pocos aplausos que nos ayuden a olvidar nuestra insignificancia y pequeñez. Pero no todos triunfan. Algunos caen, y vencidos, son golpeados y vapuleados por las cachetadas de la humillación. Los que no, son alzados por los brazos de la multitud que los erige como nuevos dioses a adorar en los segundos que siguen al milagro de la creación para después olvidar nuevamente y así hacer lugar a un nuevo dios que será subsecuentemente adorado y repudiado después. Qué se le va a hacer. Es la cadena de la vida.

Algunos de nosotros van un poco más allá, se animan a todo o casi todo con tal de sentirse uno de ellos, un dios. Como el tipo que cantó U2 como Bono: se vestía como Bono con sus antejos oscuros adentro, ese look particular, el peinado, el arito en la oreja izquierda, todo lo necesario para sentirse Él en esos minutos. Cuando baja del podio en medio de los alaridos, su ego se agranda y fortalece para poder enfrentar la pequeñez que lo espera el lunes en la oficina. También están los que tendrán que arrastrar su ego herido hacia un área en la cual puedan acuñar algún triunfo, y así restaurarlo para poder seguir existiendo entre la gente. Todos lo necesitamos, somos tan dependientes. Pobrecitos de nosotros.

Quisiera saber qué piensa ella de nosotros, ella parecía muy comprensible, pero ¿qué es lo que realmente piensa ella? ¿Qué hace ella durante el día cuando no es la conejita de Playboy y la Drag Queen del Apocalipsis? ¿Atiende mesas, sirve café, da clases de algo? ¿Quién es ella?

Pero solo me enterré en la noche y en su mundo por unas pocas horas. Cuando salí a la calle ella ya no estaba y sólo era un recuerdo borroso entre las nubes del alcohol. Pensé que debería describir las paredes de madera y los detalles grabados porque me parecían destacables, pero ya no, ya no importan, porque lo único que importa es ella.

Foto de la Reina Erica Valentine (finalmente me enteré de su nombre artístico al menos) durante la Dooh Dah Parade en Pasadena

3 comments:

  1. Cuca!! te escribí un comentario. Te llegó? besos! Nancy Stork

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  2. Me inscribí en followers, te aparece? lo hice correctamente???, jijij
    Lo que escribiste está genial, es tremendo cómo describís la realidad y cómo me siento identificada... felicitaciones!! y buenísimo el blog!!!!!!!!! besos. Nancy Stork

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  3. Hola Nancy! Ahora lo veo. Pero no se ve que estas como follower porque tendría que salir tu foto. Un beso! Y gracias por leer.

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